Prevalencia de violencia doméstica en mujeres parejas de adictos sexuales

Prevalencia de violencia doméstica en mujeres parejas de adictos sexuales

Se presentan los resultados de la investigación realizada por Taylor y de Haan (2023), en torno a la violencia doméstica en parejas de personas con conductas sexuales compulsivas, con el objetivo de brindar herramientas a las y los profesionales de la salud mental para ofrecer una mejor atención a las poblaciones involucradas.

A mediados de la década de 1980, los investigadores que trabajaban a partir de un modelo de adicciones comenzaron a etiquetar la conducta sexual impersonal obsesiva y/o compulsiva como “adicción al sexo”. A medida que avanza el nuevo milenio, han surgido otros modelos y otros términos; tales como “compulsividad sexual”, “trastorno hipersexual”, “trastorno de conducta sexual compulsiva”, “comportamiento sexual crónicamente problemático” y “Trastorno sexual-relacional compulsivo-abusivo”. Dichas propuestas buscan alcanzar otros objetivos, como medicalizar el término con fines diagnósticos, dar espacio a una etiología además de la adicción, o reconocer los abusos relacionales que tan comúnmente acompañan a estos comportamientos sexuales. Se ha reconocido que estos trastornos sexuales están frecuentemente asociados con la violencia doméstica; sin embargo, antes de este estudio, no se habían realizado investigaciones específicas sobre estas poblaciones que respaldaran esta observación.

Se determinó la prevalencia y frecuencia de diversas formas de control emocional, físico, sexual, coercitivo y abuso infantil en una muestra de mujeres parejas de adictos al sexo (PAS). Además de explorar las asociaciones entre la violencia y factores como la edad, la duración de la relación, las conductas sexuales problemáticas (CSP) específicas en las que ha participado su pareja y también sus conductas de recuperación. Las medidas de violencia contra las mujeres se basaron en las medidas del “Estudio multinacional sobre la salud de las mujeres y la violencia doméstica contra las mujeres” de la OMS aunque los investigadores también analizaron datos de otros estudios sobre violencia doméstica, incluido el informe “Estimaciones globales y regionales de violencia contra las mujeres” de la OMS (2013), que es en sí mismo una revisión siste mática de datos sobre violencia doméstica, para comparar las experiencias de esta población con las del estudio en cuestión.

La violencia doméstica fue altamente prevalente en mujeres parejas de personas con conductas sexuales compulsivas. El 92% había experimentado violencia doméstica alguna vez y 58% había experimentado violencia sexual y/o física. Además, los hallazgos mostraron que una gran proporción de la violencia experimentada era grave y frecuente.

También se pidió a las participantes que identificaran todos los comportamientos sexualmente adictivos que sabían que había tenido su pareja/cónyuge. El comportamiento más reportado (94,6%) fue el uso de pornografía en Internet. Finalmente, la investigación proporcionó información sobre si las participantes habían buscado algún tipo de atención o apoyo y si algunas de las fuentes a las que habían recurrido les hanbían resultado de utilidad. El confidente más comúnmente elegido por los participantes fue un apoyo formal, es decir, profesionales de la salud mental en lugar de personas de apoyo informal, por ejemplo, un amigo o amiga. Sin embargo, pocas de las participantes que sufrieron violencia habían contado a alguien sobre sus experiencias. Al 81.4% de las participantes que hablaron con un profesional de salud mental les resultó útil. Por el contrario, sólo el 54.4% de las que hablaron con un amigo o amiga lo encontraron útil. Y aunque menos mujeres hablaron con una organización de mujeres/ONG o un trabajador social, éstas fueron catalogadas como las siguientes más útiles por el 70.6% y el 63.2% de las participantes relevantes, respectivamente. 12.5% de las participantes dijo que ninguna de las personas con quienes habían hablado les había resultado útil. Una de las hipótesis de la investigación también era si la participación de las personas con adicciones sexuales en terapia especializada sería un factor atenuante de la violencia actual; lo que se demostró.

El estudio cita a diversos estudios que demuestran un vínculo directo entre la pornografía y las actitudes desigualitarias y/o actos y la violencia contra la mujer. Estudios muestran que un mayor uso de pornografía se correlaciona con una menor probabilidad de intervenir para prevenir la agresión sexual; dos metaanálisis demuestran el un vínculo entre uso de pornografía y actos de agresión ver bal, física y sexual.

Finalmente se hace mención del modelo ecológico de la violencia, el cual propone que ésta es el resultado de factores que operan en cuatro niveles: individual, relacional, comunitario y social. Aquí es donde radica la importancia y el punto de unión con los estudios presentados a continuación los que presentan un enfoque explicativo desde las ciencias sociales.

En un trabajo de Redondo (2023), realizado en Costa Rica, que se enfatiza en la atención que se requiere dar a las personas con adicciones sexuales, se propone un modelo cognitivo conductual de manejo en hombres consumidores de pornografía. La atención a esta población se facilita a través del entendimiento de la violencia de género a través de la construcción hegemónica de la masculinidad, cuya característica esencial es demostrar el rendimiento masculino a otros hombres, mediante el uso de la fuerza y la violencia. Esto se da frecuentemente a través de conductas violentas y de riesgo que buscan la aprobación social de otros hombres. En el espacio de la sexualidad, el comportamiento sexual excesivo, representaría un marcador de virilidad. El trabajo también teoriza sobre la pornografía como un dispositivo perpetuador de patrones de violencia de género.

Bolaños (2020) presenta un trabajo con enfoque en la salud mental de los hombres que ejercen violencia familiar en México. Es el resultado de un estudio realizado en hombres que se encontraban en programas reeducativos por violencia familiar. Encontrando altas tasas de sintomatología relacionada con diversos psicoestresores. Nuevamente desde el enfoque social, relaciona el desgaste de la salud emocional de los hombres a expensas de alcanzar las exigencias sociales esperadas para sus roles de género, llegando algunas personas con escasas herramientas de afrontamiento al estrés a expresar dicho malestar a través de la violencia doméstica. De manera agregada, se mencionó la dificultad de acceso a la salud mental por parte de los hombres; pues en los resultados muchos de los participantes externaban la falta de espacios y enfoques para ellos. Se entendiende que las necesidades son diferentes, condicionado entre otras cosas, por la tendencia a la represión de emociones que deben acatar debido a los mandatos de la masculinidad dominante; retrasando aún más o anulando la búsqueda de atención médica y/o psicológica.

Invito a las y los profesionales en la salud mental a considerar todos los factores presentados en este trabajo al momento de encontrarse ante un caso de violencia doméstica y/o conductas sexuales compulsivas.

  • Xochitl Beatriz Carrera Bojorges
Bibliografía
  • Bolaños Ceballos, F., & de Keijzer, B. (2020). Determinación social del malestar psicológico y el estrés en hombres que ejercen violencia familiar en la Ciudad de México. Salud Colectiva, 16, 2249. https://doi. org/10.18294/sc.2020.2249
  • Redondo, D. (2023). Abordaje cognitivo conductual del consumo adictivo de pornografía. Estrategia de prevención primaria, secundaria y terciaria en hombres que asisten al instituto WEM. [Tesis de Maestría, Universidad de Costa Rica]. Repositorio Institucional de la Universidad de Costa Rica.
  • Taylor, L., & De Haan, I. (2023). The Prevalence of Domestic Violence in the Lives of Female Heterosexual Partners of Sex Addicts. Violence against women, 29(15-16), 3263–3287. https://doi. org/10.1177/10778012231199111