Relevancia de la Microbiota Intestinal en el Trastorno Depresivo Mayor
Recientemente se ha mencionado mucho a la microbiota como un factor que puede impactar en diferentes padecimientos como cáncer, enfermedades cardiovasculares y enfermedades respiratorias. En el caso de la salud mental también se ha relacionado con la presencia de diferentes trastornos (Trastorno Depresivo Mayor, Trastornos del Espectro Autista, Trastornos Psicóticos, Trastornos de Alimentación y Trastornos de Ansiedad) (Grau-Del Valle et al., 2023; Sanada et al., 2020).
¿Qué es la microbiota?
Para ahondar en el tema es importante definir a qué le llamamos microbiota. Se define como microbiota a los microorganismos (bacterias, virus, arqueas y hongos) que habitan de forma habitual en diferentes espacios corporales como pueden ser la cavidad bucal, la vagina, la piel e incluso los pulmones. Se sabe que el intestino es la región en la que se encuentra la mayor cantidad y diversidad de microbiota. Estos organismos realizan funciones simbióticas, es decir que cooperan o intervienen en funciones de tipo metabólico, nutricional y autoinmunes.
La microbiota se adquiere prácticamente desde el nacimiento y va cambiando con la edad e incluso el lugar geográfico en el que habita cada individuo. Existen otros factores que pueden influir en la variabilidad de la microbiota como puede ser el uso frecuente de antibióticos.
Se ha demostrado que más del 50% de la microbiota de los recién nacidos proviene de sus madres. La microbiota bacteriana más frecuente en el intestino humano está compuesta por Actinobacteria, Bacteroidetes, Firmicutes, Proteobacteria, Lactobacillae, Streptocci, y Enterobacteria. De estas bacterias, las tres cuartas partes son Firmicutes y Bacteroidetes. En cuanto a los hongos los más frecuentes son Candida, Saccharomyces, Malassezia y Cladosporium.
Finalmente, en cuanto a las arqueas, la más frecuente es la M. Smithii. (Hou et al., 2022). Se ha reportado que, cuando la microbiota mantiene la concentración de bacterias habituales para una persona de acuerdo con su edad y tiene un efecto predominantemente simbiótico, se dice que se encuentra en un estado de eubiosis, por el contrario, si se presentan microorganismos que no son comunes o que interfieren con las funciones habituales, se puede decir que la microbiota se encuentra en un estado de disbiosis.
Comunicación entre el intestino y el cerebro
En un artículo de suma relevancia, de Carabotti et al. (2015), se describe la comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro que permite el Eje Cerebro-Intestino (BGA por sus siglas en inglés) que involucra a la médula espinal, al sistema nervioso autónomo (SNA) y al sistema nervioso entérico (SNE). Es importante recordar que incluso desde el desarrollo embriológico existe la migración neuronal hacia el SNE, lo que conforma los plexos mientérico y submucoso; al existir también interneuronas en el SNE, este puede llegar a tener funciones autónomas, es decir, que no tenga que intervenir forzosamente el SNC para generar respuestas, similares a un arco reflejo. El plexo mientérico tiene comunicación con el SNA con el cual se comunica a través del sistema simpático y parasimpático. También se ha demostrado que el eje hipotálamo-hipófisis-adrenales, que regula la secreción de cortisol, puede impactar en el funcionamiento de diferentes células del intestino como son las epiteliales, inmunes, musculares lisas, intersticiales de Cajal, y enterocromafines; estas últimas son la principal fuente de serotonina a nivel intestinal y quizás la principal productora de serotonina en todo el cuerpo. A su vez, la microbiota puede influir en el comportamiento de todas estas células que intervienen en el funcionamiento intestinal.
Se han utilizado diferentes técnicas para analizar cómo influye la colonización del intestino por bacterias en diversas funciones tanto del SNC como del SNE. En modelos animales de colitis con conductas ansiosas se ha visto que el tratamiento con bifidobacteriun longum puede revertir tales conductas, sin embargo, en los ratones que fueron vagotomizados este efecto no se logra, lo que confirma que la comunicación con el SNC se realiza por la vía del nervio vago.
También se han hecho experimentos en animales libres de gérmenes a nivel intestinal, usando probióticos, antibióticos o induciendo procesos infecciosos. Se ha demostrado en estos animales que la ausencia de microbiota se asocia con una expresión e intercambios alterados de neurotransmisores en el SNC y en el SNE puede promover un retardo en el vaciamiento gástrico y en el tránsito intestinal. Además, algunas funciones del BGA se alteran en animales sin microbiota y cuando es restaurada casi siempre los animales más jóvenes logran restablecer un funcionamiento normal de este eje, no así los animales de mayor edad, lo que ha generado la hipótesis de que existen periodos críticos en los cuales la microbiota influye de mayor forma en el SNC. También una de las evidencias más sólidas de la interacción entre la microbiota y el SNC se dio hace muchos años cuando se observó que el tratamiento con antibióticos mejoraba de forma significativa la encefalopatía hepática (Carabotti et al., 2015).
¿Cómo influye la microbiota en la depresión?
Como arriba se ha descrito muchas de las investigaciones sobre la comunicación entre la microbiota y el cerebro se han hecho con modelos animales. En algunos de estos modelos incluso se ha hecho Transferencia de Materia Fecal (TMF) desde humanos con depresión hacia animales, que después han desarrollado conductas que se han interpretado como relacionadas con la depresión.
Los mecanismos reportados para los humanos son variados, por ejemplo, el Lactobacillus rhamnosus JB1 puede regular al sistema GABAérgico vía el nervio vago y disminuir síntomas ansiosos y depresivos; el Bifidobacterium breve CCFM1025 puede estimular la producción de 5-hidroxitriptófano y regular el contenido de serotonina en el metabolismo local y finalmente el Pediococcus acidilactici CCFM6432 puede mitigar los síntomas ansiosos produciendo ácido láctico que inhibe la proliferación de organismo patógenos bajo situaciones de estrés (Zhu et al., 2022).
Una de las hipótesis más aceptadas es que la alteración en la microbiota (es decir, la generación de metabolitos por los microorganismos y su paso a la circulación sistémica, así como la inflamación local que generan alteraciones del medio y mayor liberación de ciertos neurotransmisores) puede provocar un estado de inflamación sistémica que pueden ocasionar vías de inflamación en la microglía, lo que probablemente corrigen los tratamientos con probióticos (Evrensel et al., 2020).
Se ha identificado que muchas personas tienen alteración en la microbiota cuando están padeciendo un episodio depresivo mayor (EDM), sin embargo también se ha visto que en personas que desarrollaron un EDM la microbiota puede tender a alterarse después de un tiempo, por lo que la direccionalidad y la causalidad no están tan claras.
En un metaanálisis con estudios transversales y longitudinales, comparó la microbiota de personas sin depresión y de controles (los controles podían tener o no alguna psicopatología). Varios de estos estudios incluían intervenciones pre- y pos- tratamiento con probióticos para comparar los cambios en la microbiota y en los síntomas depresivos. Los taxones a nivel de familia y género, específicamente la familia Prevotellaceae, los géneros Corprococcus y Faecalibacterium, disminuyeron en el TDM en comparación con los controles no deprimidos y los síntomas depresivos mejoraron en comparación con los controles.
Algunas de las cepas incluidas en los preparados que han demostrado ser útiles para el tratamiento de la depresión son las siguientes: L. acidophilus, L. casei, B. bifidum, L. helveticus R0052, B. longum R0175, Bacillus coagulans MTCC 5856, L. rhamnosus, B. longum NCC3001, L. plantarum 299v. Se ha visto que la ingesta por varias semanas (8 en promedio) tiene mejores resultados, así como las presentaciones sólidas para el efecto antidepresivo; la combinación de varias cepas puede resultar favorable (Goh et al., 2019).
La depresión es de origen multifactorial y no se ha identificado un solo factor que pueda explicar en gran porcentaje la presentación de los casos de Depresión Mayor, aunque sabemos que algunas personas son susceptibles de desarrollar episodios después de haber padecido sucesos estresantes. En este contexto, es importante entender que la influencia de la microbiota como factor desencadenante de la depresión es en realidad limitada. Por el momento el tratamiento con probióticos no está recomendado como monoterapia, sino como coadyuvante en el tratamiento con ISRS; su efecto es leve, además, en algunos casos, los resultados han sido contradictorios. También la respuesta puede variar con la edad.
Aún son necesarios más estudios en subgrupos específicos de pacientes, así como en disbiosis específicas con predominio de ciertas cepas de microorganismos. Los estudios analíticos siguen siendo caros para ser usados de forma rutinaria por lo que es necesario analizar qué síntomas están relacionados con disbiosis y hacer un trabajo interdisciplinario con otras áreas médicas.
- Hiram Ortega Ortiz
Bibliografía
- Carabotti, M., Scirocco, A., Maselli, M. A., & Severi, C. (2015). The gut-brain axis: interactions between enteric microbiota, central and enteric nervous systems. Annals of Gastroenterology, 28(2), 203-209.
- Evrensel, A., Ünsalver, B. Ö., & Ceylan, M. E. (2020). Neuroinflammation, Gut-Brain Axis and Depression. Psychiatry Investigation, 17(1), 2-8. doi: 10.30773/ pi.2019.08.09
- Goh, K. K., Liu, Y. W., Kuo, P. H., Chung, Y. E., Lu, M. L., & Chen, C. H. (2019). Effect of probiotics on depressive symptoms: A meta-analysis of human studies. Psychiatry Research, 282, 112568. doi: 10.1016/j.psychres.2019.112568
- Grau-Del Valle, C., Fernández, J., Solá, E., Montoya-Castilla, I., Morillas, C., & Bañuls, C. (2023). Association between gut microbiota and psychiatric disorders: a systematic review. Frontiers in Psychology, 14, 1215674. doi: 10.3389/ fpsyg.2023.1215674
- Hou, K., Wu, Z. X., Chen, X. Y., Wang, J. Q., Zhang, D., Xiao, C., Zhu, D., Koya, J. B., Wei, L., Li, J., & Chen, Z. S. (2022). Microbiota in health and diseases. Signal Transduction and Targeted Therapy, 7(1), 135. doi: 10.1038/s41392-022-00974-4
- Sanada, K., Nakajima, S., Kurokawa, S., Barceló-Soler, A., Ikuse, D., Hirata, A., Yoshizawa, A., Tomizawa, Y., Salas-Valero, M., Noda, Y., Mimura, M., Iwanami, A., & Kishimoto, T. (2020). Gut microbiota and major depressive disorder: A systematic review and meta-analysis. Journal of Affective Disorders, 266, 1-13. doi: 10.1016/j.jad.2020.01.102
- Zhu, H., Tian, P., Zhao, J., Zhang, H., Wang, G., & Chen,W. (2022). A psychobiotic approach to the treatment of depression: A systematic review and meta-analysis. Journal of Functional Foods, 91, 104999. doi: 10.1016/j.jff.2022.104999