Impacto de la actividad física en la Salud Mental

Impacto de la actividad física en la Salud Mental

Es bien conocido que los trastornos depresivos y de ansiedad son los trastornos mentales de mayor incidencia, más incapacitantes y que más generan costos a nivel mundial. Dentro de los abordajes terapéuticos conocidos se encuentran los antidepresivos, así como la terapia cognitivo conductual; mientras el tratamiento farmacológico puede generar efectos secundarios tales como aumento de peso y sedación, las intervenciones psicoterapéuticas pueden llegar a tener efectos moderados dependiendo de la población de pacientes. Debido a lo anterior, es cada vez más importante la necesidad de investigar otras intervenciones que puedan beneficiar al paciente, como lo es la actividad física.

La actividad física, definida como el movimiento repetitivo de grupos musculares y que genere gasto de energía, cuenta con evidencia de que puede disminuir síntomas de ansiedad y depresivos tanto en personas con diagnóstico psiquiátrico, con enfermedades crónicas y en personas relativamente sanas. Abordando específicamente a la población psiquiátrica, se ha observado mejoría en todas las poblaciones clínicas con la implementación de actividad física, teniendo variaciones en la magnitud del efecto dependiendo de la población (mujeres con depresión posparto, pacientes con enfermedades crónico- degenerativas, pacientes solamente con trastorno depresivo o ansioso, etc.), pero obteniendo beneficio en todas estas. En algunos metaanálisis se ha descrito inclusive la posibilidad de ver reducida la probabilidad de diagnósticos con cualquier trastorno de ansiedad.

Es difícil medir el tipo e intensidad de ejercicio con exactitud debido a la heterogeneidad de las mediciones y de las poblaciones de pacientes; sin embargo de manera general se ha reportado que mayor intensidad de ejercicio provee mayor mejoría para síntomas depresivos y ansiosos en comparación con intensidades moderadas y leves; el ejercicio de pobre intensidad es insuficiente para generar cambios neurológicos y hormonales que se asocien a mejoría en síntomas depresivos o ansiosos.

En cuanto a las intervenciones, entre más larga era su duración más pequeño resultaba el efecto en comparación con intervenciones breves o a mediano plazo, lo anterior se podría deber a que es más sencillo comprometerse y tener más motivación con metas cortas. A pesar de lo anterior, inclusive en intervenciones prolongadas, se vio un beneficio en la población clínica en comparación con aquella sin la intervención. Además, se ha observado beneficio independientemente del tipo de ejercicio, incluyendo aeróbico, de resistencia o yoga. Ha demostrado ser una intervención de importancia inclusive en situaciones de sumo estrés como en el caso de la pandemia por COVID- 19. Se ha visto que con actividad física estable y con una frecuencia considerable era menos probable que los individuos mostrarán síntomas ansiosos o depresivos; además puede ser una estrategia para manejar emociones negativas que se podrían considerar adaptativas en periodos de estrés como lo es una pandemia.

En personas con diagnósticos de depresión o ansiedad se ha encontrado menor volumen hipocampal, mayor inflamación, estrés oxidativo y alteración en neurotróficas y plasticidad neuronal. Se sabe que la actividad física puede mejorar el funcionamiento hipocampal, incrementa factores neurotróficos, aumenta la disponibilidad de serotonina y norepinefrina y parece tener un rol importante en la regulación del eje hipotálamo-pituitaria- adrenal, reduciendo la inflamación sistémica.

Finalmente, es de importancia considerar la actividad física como un apoyo importante en padecimientos mentales, sobre todo en trastornos depresivos y ansiosos, considerando su beneficio en términos de costo, efectos secundarios y probable ayuda para otras comorbilidades crónico-degenerativas.

  • Elia Mireya Solís Villegas
Bibliografía
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