Las clínicas de trabajo: una visión alternativa de la salud ocupacional

Introducción

Las clínicas del trabajo (CT) son un campo sub- y transdisciplinar que, utilizando el método clínico, estudia la relación entre el trabajo y la subjetividad del individuo dentro del contexto del placer, malestar y sufrimiento. Este abordaje es una alternativa a la corriente funcionalista que utiliza principalmente un modelo cuantitativo-positivista, reduciendo la subjetividad del individuo a relaciones entre el estrés laboral, la satisfacción en el trabajo y la productividad. En contraste con el funcionalismo que explora el binomio satisfacción-insatisfacción en el trabajo, las CT estudian el binomio placer-sufrimiento ocupacional. Las CT no son opuestas al abordaje funcionalista que ha posibilitado el desarrollo de estrategias para el mejoramiento de la calidad de vida en el trabajo, ni desconocen sus grandes contribuciones.

Las clínicas del trabajo: una perspectiva crítica y clínica de la salud ocupacional

Este campo se centra en el impacto del trabajo sobre la subjetividad del individuo, explorando también el contexto sociocultural, político y económico de la relación individuo-trabajo, y su efecto en la salud mental ocupacional. Es un campo que agrupa tres perspectivas de la relación entre el trabajo, la subjetividad y el contexto (Orejuela, 2014) (tabla 1).

Se les considera clínicas, no porque implica que el profesional de la salud adopte una actitud orientada a estudiar la dimensión subjetiva. Cada trabajador es estudiado como un caso particular dentro de un contexto propio, profundo y complejo. El campo de estas clínicas comprende elementos disciplinarios de psicología, antropología, psicoanálisis, medicina, psiquiatría, sociología, filosofía y las ciencias administrativas, entre otros. Esta diversidad de atributos permite entender la relación entre el trabajo y la subjetividad como un fenómeno complejo, multideterminado y multidimensional.

Esto contrasta con el discurso propio del modelo económico capitalista y su corriente neoliberal que individualiza las relaciones del trabajador, propiciando la fuerte competencia, la escasa solidaridad y la negación del aprecio mutuo: condiciones en las que es posible experimentar disconfort y sufrimiento. Las CT se aproximan al fenómeno de la salud mental ocupacional de tal forma que ayudan a comprender, traer a la luz y superar el disconfort y el sufrimiento. Por lo tanto, se pueden considerar como un marco de referencia y una técnica clínica para la investigación en salud, una forma de intervención terapéutica y un cuerpo teórico que provee un espacio para una comprensión más amplia del fenómeno.

Las CT reconocen la centralidad de la subjetividad en el análisis de las experiencias en el trabajo, que considera como una piedra angular para mantener la salud mental, el adecuado desempeño en el trabajo y dar soluciones a las dificultades. Es decir, se centra en los obstáculos con los que el trabajador se topa en su ocupación y que podrían generar ansiedad, acompañada de una sensación de pérdida de control.

Por lo tanto, se hace hincapié en:

1. la dimensión singular del trabajador como sujeto
2. la centralidad del trabajo como un entorno organizador de la mente
3. la organización como la estructura simbólica que representa el sentido de la interacción entre los sujetos en un escenario de relaciones intersubjetivas específico, inserto, a su vez, en un marco más grande (aspectos socioeconómicos, políticos, y culturales que determinan la actividad ocupacional que se ejecuta).

En las CT, se considera que, además de participar en la producción de bienes y servicios, el trabajo tiene una diversidad de otras funciones y efectos. Una de las funciones psicosociales del trabajo es fungir como generador de salud mental (efecto salutogénico). Cuando esta función psicosocial se encuentra bloqueada, el trabajo se convierte en riesgo para la conservación de la salud y el bienestar. Esto explica que, cuando una persona pierde su empleo, se puede sentir seriamente desorientada, mentalmente vulnerable y sufrir un duelo por la pérdida de la “relación” con su grupo; todos estos elementos pueden desencadenar un trauma.

Tabla 1.

Disconfort, sufrimiento, y placer: experiencias subjetivas nucleares para las clínicas del trabajo

Se entiende al disconfort como un estado de tensión psíquica difusa e indeterminada en el trabajo (o las tareas) que está en relación con factores como la organización, las condiciones de trabajo, las relaciones interpersonales, etc. Mientras que el sufrimiento es un estado de tensión psíquica intolerable y no susceptible a simbolismos, dado que corresponde a una experiencia de intensa tensión derivada de algo oculto o sin sentido cuya causa es inconsciente. El sufrimiento es un estado de tensión psíquica experimentada como un deterioro (mental y corporal) derivado del esfuerzo por restablecer la economía psíquica.

Según los psicoanalistas del trabajo, el sufrimiento en el trabajo se deriva de la incompatibilidad entre la estructura laboral y la personalidad del trabajador y consiste en “un estado mental que se sitúa entre extremos: la salud mental-física en un extremo y, en el otro, el malestar mental descompensado. Entre estos dos se encuentra el sufrimiento”.

Abundando en la definición, el sufrimiento es una modalidad del disconfort que aspira a ser reconocido; es una experiencia subjetiva de tensión excesiva y cansancio que lleva a la pérdida del self al sinsentido, derivado de una pulsión inconsciente sobrecargada que no ha sido encausada para transformarse en el necesario placer que posibilita el balance de la economía psíquica.

Por su parte, el placer es el estado de distensión psíquica derivada de la satisfacción de la pulsión. En el trabajo, el placer proviene del reconocimiento, la autonomía, la cooperación, entre otros aspectos, del desbloqueo de la relación sujeto-tarea-organización, y del cumplimiento de una función psicológica del trabajo: permitir la existencia de sí mismo.

Causas de disconfort y sufrimiento en el trabajo

Las causas del disconfort y del sufrimiento tienen orígenes socioeconómicos más amplios. Los cambios en las formas de contratación (flexibilización, subcontratación, terciarización…), la fragmentación del mercado de trabajo (pérdida de poder, de negociación colectiva), la imposición de políticas y estilos de administración estratégicos (minimalista, lean management, entre otros) ejercen presión sobre la relación sujeto-trabajo-organización.

Estos cambios político-económicos han influido en las condiciones laborales, generando inseguridad en el empleo, individuación en la relación trabajador-empleador, intromisión del trabajo en la vida privada, aislamiento de la responsabilidad del individuo, falta de reconocimiento en el trabajo y cambios en el contenido de las tareas.

Por otro lado, se identifican dos regímenes de comportamiento en las organizaciones que generan disconfort y sufrimiento. El primero es el régimen contradictorio, en el cual se instruyen órdenes y se establecen metas para los trabajadores sin proveerles de los suficientes recursos para alcanzarlos. El segundo régimen es el de la indiferencia, en el cual el trabajo es ejecutado sin el reconocimiento justo por las cosas buenas y útiles producidas lo que induce a que el trabajador labore sin esperanza de ser reconocido y trabaje con estándares éticos bajos. En este contexto, el sufrimiento puede intensificarse con el temor a ser incompetente (la función psicosocial del trabajo como entorno validante de nuestra capacidad está bloqueada) deteriorando la autoestima, el autorrespecto y el autocuidado, comprometiendo el equilibrio psíquico y la salud mental.

El disconfort y el sufrimiento en el trabajo están perpetuados por la presencia de rasgos culturales que predominan hegemónicamente en el mundo del trabajo: la cultura de la urgencia, la cultura del narcisismo, la cultura de la imagen (la sociedad del espectáculo) y el culto al performance o desempeño.

Una perspectiva crítica y alternativa de la salud ocupacional

Las CT posibilitan la intervención clínica individual y colectiva para movilizar la inteligencia práctica y desplegar estrategias para controlar la realidad del trabajo y contribuir a la experimentación del placer dentro del mismo contexto laboral y no fuera de él, reconociendo la eficacia simbólica del lenguaje para contener el disconfort y el sufrimiento. Contribuye a reconocer el proceso dialéctico entre el trabajador y la organización que tiene efectos salutogénicos o patogénicos. Evita responsabilizar exclusivamente al individuo por la “incapacidad” de responder a las demandas del trabajo que, al final, descompensan su salud mental ocupacional.

La exploración de la subjetividad en términos de disconfort, sufrimiento y placer enriquece el abordaje funcionalista al que se recurre, en muchas ocasiones, solamente con el uso de instrumentos estandarizados o de guías altamente estructuradas que puede volver invisible dicha subjetividad. Por último, las CT permiten la comprensión de los fenómenos de salud mental ocupacional que no pueden ser recuperados o apreciados dentro de marcos racionalistas o biologicistas.