Diversos campos de investigación en las neurociencias han aportado valiosa información para conocer con mayor profundidad los correlatos neurobiológicos de muchas entidades psiquiátricas. De manera particular, las enfermedades afectivas y psicóticas han sido evaluadas con distintos procedimientos tanto en sus aspectos neurofisiológicos, como en la información derivada de los estudios con imágenes cerebrales funcionales.

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El consumo de alcohol es un fenómeno ampliamente difundido en la mayoría de los países, culturas y razas. Si bien existen muchos consumidores habituales, algunos de ellos lo hacen de manera excesiva. La dependencia del alcohol es una condición médico/social compleja, con graves consecuencias en ciertos casos, y con problemas asociados en su entorno.

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Determinar con anticipación la respuesta a los tratamientos y la evolución a largo plazo de la esquizofrenia, continúa siendo hoy en día una tarea compleja de lograr. De acuerdo a los datos de un estudio, recientemente publicado, parece ser que el funcionamiento del sujeto, previo al inicio de la enfermedad, puede tener valor predictivo sobre su evolución posterior.

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Es bien conocido que los individuos con problemas de dependencia al alcohol presentan un riesgo elevado de suicidio. La prevalencia de suicidio a lo largo de la vida en estos sujetos varía desde 7% hasta 15%. Adicionalmente, los estudios postmontem indican que entre 25% y 35% de los suicidios, corresponden a personas con alcoholismo y otro tipo de dependencia a sustancias.

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La prevalencia del trastorno de estrés postraumático (TEPT) es muy elevado entre los individuos del sexo femenino, sin embargo poco se ha estudiado sobre la eficacia de las alternativas de tratamiento en esta población en particular. De acuerdo a los resultados de algunos estudios previos, parece que de manera particular, las intervenciones con la modalidad de terapia cognitivoconductual (TCC) son efectivas para el manejo y alivio de los síntomas de esta entidad clínica.

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En muchos países el uso de antipsicóticos en la población senil es una práctica muy difundida. Sus indicaciones son varias y comprenden los estados de demencia, el delirium, las psicosis, la agitación y los trastornos afectivos. Por otra parte, la tendencia general del uso de antipsicóticos convencionales (AC) o de primera generación (clorpromazina, haloperidol, perfenazina, etc.) se ha reducido y sustituido por los denominados antipsicóticos atípicos (AA) (risperidona, olanzapina, clozapina, etc.).

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