Lo más frecuentemente encontrado en la práctica clínica es que, basados en la experiencia previa y el conocimiento empírico, los psiquiatras ajustan dosis, combinan fármacos o agregan un nuevo agente al esquema ya establecido. Sin embargo, es aconsejable tener un sustrato teórico para sustentar el uso de los psicofármacos. Este sustrato ubicado dentro del contexto de la farmacología experimental, se apoya en los datos de los estudios de neuroimagen.

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La identificación de los genes de las enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer (EA), la demencia frontotemporal (DFT) y la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (EC), abre una nueva población para consejo genético en el campo de la neurogenética. Las genética de las enfermedades neurodegenerativas involucra genes de susceptibilidad y genes determinantes; el consejo genético y los exámenes para susceptibilidad pueden ser complejos, debido a la naturaleza probabilística del riesgo asociado con un resultado positivo del estudio.

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Durante los últimos años, se ha extendido el uso de los antiepilépticos (AE) en psiquiatría, sobre todo para otras entidades clínicas diferentes a la epilepsia con sintomatología psiquiátrica. De manera particular, su prescripción se incrementó notoriamente en el tratamiento del trastorno bipolar debido a que ahora sabemos que no todos los subtipos del trastorno responden al carbonato de litio.

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El trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se caracteriza por la incapacidad de dirigir y mantener la atención, modular el nivel de actividad y moderar acciones impulsivas. El resultado de esto es que genera comportamientos inadaptados, incongruentes con la edad y el nivel de desarrollo.

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La hipertensión pulmonar persistente del neonato (HPPN) ocurre en una tasa de 1-2/1000 infantes nacidos vivos y se encuentra asociada a una morbi-mortalidad substancial. A pesar de recibir tratamiento, de 10 a 20% de los infantes afectados no sobreviven

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