Países que sufren recesión económica experimentan altas tasas de desempleo y un deterioro en las condiciones de vida lo que ha resultado en un impacto negativo en la salud de la población, afectando significativamente el bienestar de las personas y en particular de las que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Se examinó la posible asociación entre recesiones económicas y problemas de la salud mental. Para ello, se revisaron artículos de investigación originales no cualitativos que reportaban asociaciones entre factores económicos y parámetros de salud mental, publicados en las bases de datos Medline, PsychINFO, SciELO y EBSCO entre 2004 y 2014. En los 101 artículos incluidos, la evidencia fue consistente al establecer que las recesiones económicas, los mediadores de desempleo y de disminución de los ingresos y las deudas se encuentran significativamente asociados con un pobre bienestar mental y con un aumento de los trastornos mentales comunes, por uso de sustancias y de conducta suicida. Se pone en evidencia que los periodos de recesión económica están posiblemente asociados con mayor prevalencia de problemas de salud mental. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones incluidas provienen de encuestas y estudios transversales lo que limita seriamente la inferencia causal.

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La pandemia por COVID-19 ha creado un ambiente en el que muchos determinantes de una pobre salud mental se han exacerbado. En este estudio se observó un aumento importante en la prevalencia y la carga en términos de salud pública del trastorno depresivo mayor y de los trastornos de ansiedad durante el año 2020. Abordar este aumento de casos de trastornos mentales es un reto inmediato, pero también una oportunidad para reconsiderar la organización y respuesta de los servicios de salud mental en muchos países; además de atender pacientes con un trastorno mental existente, las estrategias de mitigación de daños deben incluir la promoción de una adecuada salud mental y la atención de determinantes de una pobre salud mental exacerbados por la pandemia.

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La pandemia por COVID-19 representa una serie de retos sin precedente a los sistemas de salud alrededor del mundo. Entre estos retos, existe un aumento en factores de riesgo para la conducta suicida, tales como el aislamiento, la cuarentena y la crisis económica. La academia internacional de investigación del suicidio (IASR), tiene como objetivo promover altos estándares de investigación y enseñanza en el tema de la conducta suicida. Con este objetivo en mente, el comité de la IASR comparte la creencia de que los clínicos y personas interesadas en el tema deben permanecer alerta ante el riesgo de un aumento en las conductas suicidas. El presente artículo representa un resumen de las posibles implicaciones de la pandemia y hace recomendaciones de la práctica clínica para la prevención del suicidio y su investigación.

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La evidencia más reciente en países de mediano-alto y alto ingreso ha demostrado que las tasas de suicidio no aumentaron al inicio de la pandemia por COVID-19. El impacto de la pandemia sobre la conducta suicida es complejo y factores como el aislamiento social, la crisis económica y el cierre de escuelas pueden estar involucrados cuyas repercusiones se verán a largo plazo. En el presente artículo se discute esta relación y como podría evolucionar a través del tiempo, así como se describen los pasos específicos que los gobiernos y sociedades deben tomar para mitigar daños y prevenir el aumento en las tasas de suicidio posterior a la pandemia.

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