En los últimos años el cultivo, posesión y uso de cannabis se ha descriminalizado. Existen múltiples productos de los cuales se desconoce la efectividad y seguridad que no han sido aprobados, ni regulados y que, sin embargo, están disponibles para el público en general. El uso médico de cannabis ha demostrado estar asociado con un mayor riesgo de presentar efectos adversos e interacciones medicamentosas. A la fecha, existen tres productos aprobados por la FDA que contienen cannabinoides. La evidencia apoya el uso de cannabis médico para dos formas de epilepsia de la infancia resistentes a tratamiento, el síndrome de Dravet y el síndrome de Lennox-Gestaut, para el cannabis medicinal ha demostrado disminuir la frecuencia de las crisis en un 18.8 y 22.8% respectivamente. En los casos de nausea y de vómito inducidos por la quimioterapia y de espasticidad asociada a esclerosis múltiple, la evidencia es moderada. Para dolor crónico, trastornos del sueño y de la alimentación y trastornos neuropsiquiátricos, la evidencia resulta poco convincente. Debido a que la regulación y la legislación del uso de cannabis en el ámbito médico está evolucionando, se espera que, en los próximos años, se desarrollen también guías específicas para la prescripción y uso recreativo del mismo.

49-50

El uso médico de cannabis ha ganado mayor atención de la investigación en los últimos años debido a los cambios en su regulación. Gradualmente se ha reconocido que varios compuestos del cannabis podrían tener un potencial eficaz para reducir el dolor, la espasticidad muscular, las náuseas y los vómitos inducidos por la quimioterapia y la epilepsia infantil intratable. Sin embargo, su aplicación en el campo de la psiquiatría es menos conocida. Actualmente existen pruebas alentadoras con el uso medicinal del cannabis en el tratamiento de una variedad de trastornos psiquiátricos. Sin embargo, los médicos deben tener en cuenta múltiples consideraciones de seguridad, especialmente si se inician preparados con dosis mayores de tetrahidrocannabinol (THC).

51-52

A lo largo del tiempo se ha identificado una relación clínica entre el consumo de cannabis y el riesgo de psicosis. Algunos factores de frecuencia y cantidad de consumo de cannabis y el perfil genético de los consumidores de cannabis parecen moderar esta asociación. Se realizó una revisión bibliográfica detallada y actualizada de los factores que influyen en la relación entre el consumo de cannabis y el riesgo de psicosis. Los hallazgos indican que modificar el comportamiento de consumo de cannabis podría ser una estrategia de reducción de daños para controlar el riesgo de desarrollar psicosis.

53-54

Desde hace algunos años se ha identificado el efecto potencial de los cannabinoides como terapia antiepiléptica. En este ensayo clínico abierto se trató a pacientes con síndrome de Dravet y síndrome de Lennox-Gastaut con terapia adjunta de cannabidiol (CBD) para valorar su eficacia en el control de crisis motoras y convulsivas. Mostró altos porcentajes de reducción del promedio mensual de estas crisis a las 12 semanas y durante el seguimiento hasta las 96. Asimismo, el perfil de tolerabilidad fue alto a pesar de presentar un gran porcentaje de eventos adversos.

55-56