La mayor parte de la investigación acerca de los Trastornos del Espectro Autista (TEA) se ha enfocado a población joven; sin embargo, se habla ya de la importancia de conocer las necesidades y evolución de los adultos mayores que padecen dichos trastornos. En este artículo, se expone la información disponible acerca de la prevalencia a lo largo de la vida, las consecuencias en la adultez, la comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos y las necesidades de salud de esta población.

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Se realizó una revisión sistemática para valorar, en la depresión de inicio tardío, la influencia de los diferentes factores farmacogenéticos en la farmacocinética y farmacodinamia de los medicamentos antidepresivos, así como sus reacciones adversas. La depresión en el adulto mayor es un padecimiento común con un gran número de factores que puede influir en la remisión de los síntomas, la presencia de reacciones adversas y la respuesta a los tratamientos farmacológicos. Por esta razón, se requiere enfocar las nuevas investigaciones en los factores genéticos y clínicos en este grupo de edad con el objetivo de proporcionar tratamientos más específicos y funcionales.

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La Enfermedad de Alzheimer (EA) genera síntomas neuropsiquiátricos como la apatía, la cual se define como una reducción de la actividad dirigida metas en comparación con un nivel previo de funcionamiento; afecta entre 30 y 70% de las personas con EA. Los tratamientos convencionales para el manejo de este síntoma han tenido pobres resultados. El tratamiento catecolaminérgico con metilfenidato ha mostrado resultados alentadores en ensayos clínicos iniciales sobre apatía en EA. Comprender la afectación de la corteza prefrontal y el efecto de las catecolaminas sobre el comportamiento motivado fundamenta la propuesta del metilfenidato como posible tratamiento para apatía en EA.

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El número de adultos mayores, incluyendo los que viven con demencia, está aumentando. En muchos países la incidencia de demencia ha disminuido, probablemente por una mejoría en la educación, nutrición, cuidados en salud y por los estilos de vida. Cada vez existe mayor evidencia que respalde los nueve factores de riesgo potencialmente modificables para demencia, propuestos por la Lancet Commission en el año 2017: nivel educativo bajo, hipertensión arterial, discapacidad auditiva, tabaquismo, obesidad, depresión, inactividad física, diabetes y poco contacto social. En el presente reporte, se agregan factores de riesgo como el consumo excesivo de alcohol, las lesiones cerebrales traumáticas y la contaminación del aire. Los 12 factores de riesgo modificables generan alrededor del 40% de los casos de demencia, por lo que teóricamente se puede prevenir o retrasar.

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