A pesar de la extensa investigación sobre la enfermedad maniaco depresiva (EMD), las anormalidades bioquímicas subyacentes a la predisposición y a su fisiopatología permanecen ignoradas por completo. Los episodios afectivos se consideran como condiciones recurrentes con períodos de bienestar, y cada vez más se reconoce que la recuperación interepisódica es incompleta en muchos pacientes, con la disminución progresiva del funcionamiento general.

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Cada vez se habla más de la espiritualidad y de la religión dentro de la psiquiatría y la salud mental. Actualmente ha aumentado el interés por la relación que hay entre la religión y la medicina y el cuidado de la salud. Aunque para muchos es bienvenido el compromiso entre el “cuidado del alma” y la practica de la medicina y de la psiquiatría para cuidar de los que sufren, este compromiso requiere de mucha atención y cuidado en su implementación practica.

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Históricamente, el trastorno bipolar (TB) ha sido mal diagnosticado en los niños y en los adolescentes. La incidencia en los adolescentes mayores es del 1%, pero en los prepúberes se desconoce. Los estudios epidemiológicos sugieren que es raro que los síntomas psiquiátricos significativos se inicien antes de los 14 años. En la tercera parte de los adultos, empieza con síntomas psiquiátricos significativos, sin que cumplan, necesariamente, con los criterios diagnósticos del TB. Antes de los 14 años es más común el humor depresivo.

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Los trastornos de la alimentación (TA) suelen presentarse en las mujeres en edad fértil, aunque no se conoce muy bien su relación con el embarazo. Hay pocos estudios orientados a examinar los efectos de los TA sobre el desarrollo del embarazo o el curso de la sintomatología de éstos durante el embarazo, y los que hay, son retrospectivos con muestras pequeñas y tienden a enfocarse a la anorexia nervosa o a la bulimia nervosa.

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