Muchos de los estudios genéticos que abordan el problema de la depresión concuerdan en que la genética explica cerca del 40% del riesgo de padecer la enfermedad entre mujeres y el 30% en los hombres. El encontrar a los genes responsables ayudaría a mejorar la identificación oportuna y la eficacia de los tratamientos, sin embargo es evidente que este hallazgo es aún difícil de lograr.

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Actualmente, uno de los productos naturales más vendidos alrededor del mundo es el ginkgo biloba, un extracto de las hojas del árbol del mismo nombre. Se ha demostrado que este compuesto mejora la atención, la memoria y la velocidad de cognición en sujetos sanos.

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Tratar la agitación y las manifestaciones psicóticas de las demencias es un aspecto complicado debido a que el uso de antipsicóticos conlleva muchas veces el riesgo de generar mayor confusión en estos pacientes. La complejidad entre los síntomas cognitivos, la psicosis y los trastornos de la conducta crean un reto para el clínico quien debe determinar cómo manejar adecuadamente estas situaciones.

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Un reciente estudio llevado a cabo en gemelos sugiere que la obesidad puede favorecer el desarrollo ulterior de problemas demenciales. La relación entre el sobrepeso y la demencia sigue siendo aún tema de mucha controversia. Por consiguiente un grupo de investigadores propuso examinar la asociación entre la obesidad y el sobrepeso en adultos en la edad intermedia de la vida, con la demencia en la edad adulta tardía. Incluyeron en este rubro tanto a la enfermedad de Alzheimer como a la demencia de tipo vascular.

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Diversos estudios han demostrado que los antidepresivos incrementan la neurogénesis en el hipocampo. Sin embargo, el definir si este incremento es necesario para superar los problemas observados en modelos animales de depresión, ha sido un área de gran debate ya que las vías moleculares involucradas en este fenómeno no han sido suficientemente descritas.

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De acuerdo a los resultados de un estudio clínico efectuado en la Universidad de Pittsburgh, los pacientes que presentan problemas importantes del sueño y que se mantienen por un tiempo prolongado, tienen un riesgo mayor para desarrollar un síndrome metabólico. Los resultados de este trabajo muestran que aquellos sujetos que roncan excesivamente, los que tienen dificultades para empezar a dormir o bien los que refieren sensación de que su sueño no fue suficientemente reparador, incrementan sus posibilidades de tener en el futuro un síndrome metabólico si se les compara con quienes no tienen este tipo de problemas.

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