El ser objeto de victimización por los pares durante la infancia y la adolescencia, tanto en forma física como por medio de relaciones sociales (exclusión de grupos, ser objeto de críticas, etc.), se asocia a problemas de ajuste emocional. Varias revisiones de estudios de meta-análisis relacionan esta condición principalmente con la depresión.

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La evidencia clínica indica que las embarazadas que cursan con episodios de depresión tienen un mayor riesgo de presentar problemas fetales tanto si son tratadas con inhibidores selectivos de la recaptura de serotonina (ISRS) como si se les deja evolucionar sin tratamiento. En los Estados Unidos de Norteamérica los expertos del Colegio Americano de Ginecología y Obstetricia y de la Asociación Psiquiátrica Americana ofrecen una serie de lineamientos a los clínicos que enfatizan el manejo individualizado de cada caso en particular.

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De acuerdo con los datos generados por un reciente estudio de meta-análisis, hay evidencia suficiente para demostrar que en los pacientes deprimidos se producen niveles elevados de dos citocinas. La experiencia clínica muestra que con mucha frecuencia los enfermos crónicos se deprimen y, por otra parte, es muy común que en los deprimidos se facilite el desarrollo de diferentes tipos de enfermedades.

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Tanto en el trabajo clínico cotidiano como en la investigación clínica de los trastornos del ánimo estamos acostumbrados a considerar que un paciente se recupera cuando los síntomas se reducen en cantidad suficiente o bien cuando se eliminan. Un reciente artículo publicado por dos investigadores del campo de la salud pública ofrece un análisis del tema que es motivo para reflexionar y para revalorar qué es lo que realmente estamos considerando como mejoría clínica en estos enfermos.

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En el campo de los trastornos fóbicos probablemente las fobias sociales son algunas de las más difíciles de tratar. Esto ha llevado a los interesados en el tema a buscar soluciones farmacológicas más eficaces o bien revalorar las antiguas, para encontrar el tratamiento con mayores probabilidades de éxito. Además, se ha comprobado que este tipo de patología suele tener mayor recuperación si se asocia una maniobra psicológica al tratamiento con fármacos.

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La mayoría de las guías terapéuticas recomiendan que los antidepresivos deben mantenerse durante tiempos prolongados en las depresiones unipolares, mientras que en las bipolares se deben suspender una vez que el paciente logró una mejoría clínica sustancial. Sin embargo, uno de los problemas para sustentar este enfoque es que los datos que generaron la recomendación provienen de estudios clínicos que incluyeron a pacientes bipolares tanto del tipo I como del II.

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