Buena parte del trabajo en psiquiatría genética se ha dirigido a buscar genes de vulnerabilidad, es decir aquellos que confieren susceptibilidad para desarrollar distintas patologías bien sea de manera directa (como efecto principal), o bien cuando sus efectos se dan sólo bajo condiciones ambientales propicias, o en combinación con experiencias adversas en ciertas etapas del desarrollo, es decir si actúan a través de la interacción gen-ambiente (G × A).

El trastorno limítrofe de la personalidad (TLP) es una condición psiquiátrica grave que tiene una prevalencia aproximada del 4% en la población general y de hasta 20% en población clínica psiquiátrica. Es un trastorno de difícil tratamiento y todavía poco comprendido. No obstante, durante las últimas décadas ha sido uno de los trastornos de personalidad que más se ha investigado y se han dado grandes pasos en el reconocimiento del TLP como una entidad clínica y una categoría diagnóstica cuidadosamente definida.

Las personas con fobias específicas presentan más trastornos mentales que quienes no las padecen . Numerosos estudios clínicos y muestras provenientes de grupos en la comunidad han encontrado una asociación considerable entre las fobias específicas y otras condiciones psicopatológicas; en particular, con el tiempo es común que en estas personas se desarrollen otros trastornos como los de ansiedad, los depresivos y los relacionados con el consumo de sustancias.

Se ha demostrado recientemente que muchos pacientes con trastorno bipolar y con depresión unipolar recurrente presentan durante las fases de eutimia alteraciones en la cognición. Por otra parte hay suficiente evidencia para determinar que los niveles fisiológicos de folato son cruciales para un adecuado funcionamiento del cerebro en particular y del organismo en general.

Los sujetos con psicopatía son identificados particularmente por tener un estilo específico emocional e interpersonal, caracterizado por la incapacidad de reconocer y experimentar el significado emocional de los eventos sociales. Como resultado de esta disfunción emocional, muestran un estilo de vida independiente, predatorio y un comportamiento antisocial como estrategia para satisfacer sus necesidades inmediatas sin importar las consecuencias.