El impacto psicológico del COVID-19 en la salud mental

El impacto psicológico del COVID-19 en la salud mental

La situación de emergencia en la Ciudad Wuhan por la enfermedad de coronavirus 2019 (COVID-19), que es provocada por la infección que produce el coronavirus 2 (SARS-CoV-2) en el aparato respiratorio (síndrome respiratorio agudo severo) ha resultado en una situación de crisis socio-económica y de distrés psicológico alrededor del mundo, en la que se han tomado medidas para contender la enfermedad como la distancia social y la implementación de protocolos de emergencia por profesionales de la salud. Sin embargo, las estrategias para el manejo de las manifestaciones psicológicas como el miedo, la desesperanza y la ansiedad generalizada que provocan situaciones adversas para la salud, como la conducta suicida y los trastornos mentales, son un tema pendiente. Ante este panorama, la población general, incluyendo a los profesionales de la salud, quienes figuran en primera línea de respuesta para contender la enfermedad, se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad para el desarrollo de problemas de la salud mental, los cuales se han ido manifestando gradualmente.

De acuerdo con diversos estudios sobre el impacto psicológico del periodo de restricción y de la cuarenta debido a infecciones globales, se reportaron consecuencias a corto y largo plazo, detectándose síntomas de trastorno por estrés agudo (Bai et al., 2004) y estrés postrumático (Sprang & Silman, 2013; Wu et al., 2008), síntomas de depresión (Liu et al., 2012; Wu et al., 2008), síntomas de ansiedad (Jeong et al., 2016) y síntomas de trastornos por uso de alcohol. También se reportan irritabilidad, alteraciones del estado del ánimo, miedo, nerviosismo, culpa, reacciones psicológicas maladaptativas como conductas de evitación y duelo (Jeong et al., 2016; Lee et al., 2005; Reynolds et al., 2008).

Dentro de las principales consecuencias psicológicas de la infección por COVID-19, se describen el miedo y las preocupaciones por la salud, así como el posible contagio a familiares y otras personas, sobre todo en el caso de mujeres embarazadas y niños. Dar Enter en la figura 1 se muestra las principales reacciones psicológicas reportadas, las cuales repercuten en el bienestar subjetivo y calidad de vida, además se incluyen los factores de riesgo y protección asociados.

En cuanto a la ansiedad generalizada por las medidas de confinamiento, se asocia con sentimientos de incertidumbre por el futuro y miedo del descubrimiento de nuevos agentes infecciosos. De igual manera, la ansiedad se puede relacionar con la deprivación sensorial y soledad, las cuales pueden llegar a El impacto psicológico del COVID-19 en la salud mental ocasionar insomnio, depresión e incluso estrés postraumático. La ansiedad también se asocia con fatiga y bajo rendimiento por profesionales de la salud, mientras que el aburrimiento y soledad se asocian con enojo, frustración y sufrimiento. Durante el periodo de cuarentena, se puede percibir un menor apoyo social y pérdida de libertad.

En relación con lo anterior, el distrés, el aislamiento social y la frustración, sobre todo éstas dos últimas, parecieran derivar de la reducción del contacto con el exterior, la inhibición de las actividades diarias y la interrupción de las necesidades sociales debido a las medidas de confinamiento. Sin embargo, bajo este contexto la desesperanza, en conjunto con características individuales y experiencias adversas, puede desencadenar resultados funestos.

En específico, el aislamiento social conlleva a soledad generalizada y aburrimiento que repercuten en el bienestar físico y mental de la población, incrementando, por ejemplo, los síntomas depresivos, la conducta suicida y el uso de sustancias. Más aún, la ansiedad y el pánico colectivo incrementan el aislamiento , los que a su vez repercuten en el funcionamiento cognitivo y la toma de decisiones.

Respecto a los factores de riesgo para el desarrollo de distrés psicológico durante el confinamiento, se identifican los rasgos alexitímicos (“sin palabras para el estado de ánimo”) que caracterizan a individuos con altos niveles de ansiedad, depresión y distrés. Estos podrían reducir la resiliencia en algunos individuos e incrementar el riesgo de conducta suicida. Asimismo, se describen suministros (p. ej., agua, comida, termómetros, mascarillas, etc.) e información inadecuados como resultado de diferentes abordajes y una inefectiva coordinación entre las autoridades lo que resulta en sentimientos de frustración, incertidumbre, enojo, confusión y estrés.

Entre los factores de protección, se destaca la resiliencia, es decir, la “habilidad para apoyar o recuperar el bienestar psicológico durante o después de lidiar con condiciones estresantes y discapacitantes” con la que se mejoran las estrategias de afrontamiento y se disminuye el riesgo de desarrollar trastornos mentales; también una mayor percepción de apoyo social disminuye la probabilidad de presentar distrés psicológico y trastornos mentales. En este sentido, se requiere de diferentes estrategias de apoyo para la salud mental en situaciones de pandemia para facilitar el cambio del estilo de vida y actividades de readaptación después del brote.

Asimismo, será necesario implementar estrategias preventivas a nivel comunitario como una comunicación efectiva y proveer servicios psicológicos adecuados para disminuir el impacto a la salud ocasionado por la enfermedad. Esto aunado al empleo de teconologías como parte de la educación para la salud, un manejo adecuado del miedo social, el reconocimiento del estigma y la discriminación como un desafío para lidiar con la incertidumbre en un periodo de crisis social, la implementación de protocolos hospitalarios para un manejo oportuno y efectivo de emergencias y la provisión de instalaciones con protección a profesionales de la salud.

También, es importante la difusión de información adecuada relacionada con la pandemia y sus consecuencias, la detección por parte de los profesionales de la salud de necesidades no satisfechas de pacientes y del riesgo potencial de desarrollo o progresión de síntomas o condiciones preexistentes, el empleo de internet y redes sociales para reducir el aislamiento social y soledad y facilitar la comunicación y la implementación de la telemedicina, sobre todo en zonas en los que no hay una adecuada cobertura de servicios para la salud mental.

En conclusión, es fundamental que se implementen estrategias basadas en la comunidad que favorezcan la resiliencia y apoyen a la población con mayor vulnerabilidad de desarrollar problemas en su salud durante la crisis por COVID-19, en tanto que el impacto del miedo y ansiedad generalizada ante el brote de la pandemia es un tema prioritario para la salud pública que requiere de adoptar estrategias que disiminuyan la carga de la enfermedad y las consecuencias adversas para la salud mental.

  • Nadja Monroy Vite
REFERENCIAS
  • Bai, Y., Lin, C. C., Lin, C. Y., Chen, J. Y., Chue, C. M., & Chou, P. (2004). Survey of stress reactions among health care workers involved with the SARS outbreak. Psychiatric services (Washington, D.C.), 55(9), 1055–1057. https://doi.org/10.1176/appi.ps.55.9.1055
  • Jeong, H., Yim, H. W., Song, Y. J., Ki, M., Min, J. A., Cho, J., & Chae, J. H. (2016). Mental health status of people isolated due to Middle East Respiratory Syndrome. Epidemiology and health, 38, e2016048. https:// doi.org/10.4178/epih.e2016048
  • Lee S, Chan LY, Chau AM, Kwok KP, Kleinman A. The experience of SARS-related stigma at Amoy Gardens. Soc Sci Med 2005; 61:2038–46.
  • Liu, X., Kakade, M., Fuller, C. J., Fan, B., Fang, Y., Kong, J., Guan, Z., & Wu, P. (2012). Depression after exposure to stressful events: lessons learned from the severe acute respiratory syndrome epidemic. Comprehensive psychiatry, 53(1), 15–23. https://doi.org/10.1016/j.comppsych.2011.02.003
  • Reynolds, D. L., Garay, J. R., Deamond, S. L., Moran, M. K., Gold, W., & Styra, R. (2008). Understanding, compliance and psychological impact of the SARS quarantine experience. Epidemiology and infection, 136(7), 997–1007. https://doi.org/10.1017/S0950268807009156
  • Sprang, G., & Silman, M. (2013). Posttraumatic stress disorder in parents and youth after health-related disasters. Disaster medicine and public health preparedness, 7(1), 105–110. https://doi.org/10.1017/dmp.2013.22
  • Wu, P., Liu, X., Fang, Y., Fan, B., Fuller, C. J., Guan, Z., Yao, Z., Kong, J., Lu, J., & Litvak, I. J. (2008). Alcohol abuse/dependence symptoms among hospital employees exposed to a SARS outbreak. Alcohol and alcoholism (Oxford, Oxfordshire), 43(6), 706–712. https://doi.org/10.1093/alcalc/agn073
BIBLIOGRAFÍA
  • Serafini G, Parmigiani B, Amerio A, Aguglia A et al. The psychological impact of COVID-19 on the mental health in the general population. QJM: An International Journal of Medicine, 113(8), 531-537. doi: 10.1093/qjmed/hcaa201